No es muy fácil de explicar, es por lo que siento cuando estoy con ella, pero más que eso, es por lo que siento cuando no está a mi lado. Si está lejos de mí, me preocupo por ella, y cuando está conmigo, me preocupa hacer algo tonto delante de ella. Es por la nostálgica angustia que siento cuando espero todo el día para verla y entonces, en el instante en que estoy con ella, la angustia es anestesiada, pero cuando se acerca la hora de separarnos aparece nuevamente porque sé que dentro de poco tendré que dejarla. Es por saber que todo lo que dice o hace me resulta fascinante. Es porque tengo que recordarme a mí misma que debo respirar cuando me sonríe. Sobre todo, es por saber que seguramente en más una ocasión quedaré como una tonta absoluta, delante de ella, pero que no se dará cuenta y, si se da cuenta, no le dará importancia. Ya sé que nada de esto es muy concreto, pero el único modo en que puedo expresarlo es que ella me completa.
Los recuerdos me comen, cierro los ojos y los recuerdos repercuten en oleadas en mi vientre, el recuerdo de mis uñas por tu piel, tus gemidos y la maravilla de mi ser, la entraba de mi alma a la única mujer que es capaz de poseerla. La seducción de tus besos, la pasión de tus caricias, mis nervios de un encuentro que marco mi piel como hace años, como siempre, con tu nombre en mis labios como una bendición, como una adoración, me pierdo de amor, me consumo de deseo y simplemente soy feliz.
He visto su lentitud al despedirse… se levantó casi sin querer de la cama y sus pasos aletargados parecían no concretarse. No sé cuantos minutos transcurrieron antes de querer abandonar las sábanas blancas que aún hablaban de ella… Más allá de su aroma empapado en mi piel, me quedó el cuerpo bañado de miradas y palabras silenciosas que no pude descifrar… y un par de frases que sensualizaron hasta el tic tac del reloj que condenó la tarde. En mis manos sostuve, más que su aventura, su deseo… y más que su cuerpo, su esencia que se mostró con la sensibilidad del momento. No leí en su piel su historia ni derramé la mía, únicamente amé sus gestos, su calidez y la femenina curva de sus senos; resguardé su intimidad y relaté un escrito en voz baja, mientras su pecho acogedor era todo mi horizonte. Cada vez que toco mi pelo, acalló mis pensamientos sobre ella y yo… yo no pretendía robarle el abecedario al cuerpo, ni cambiar las palabras por caricias… Sólo la luz tras la puerta semiabierta me sorprendió aferrándome a la dulzura de sus ojos que guardaron el último reflejo de mi propio corazón.
TE AMOOOOOOOOOOOOOOO♥♥………. CON LOCURA♥♥
Los recuerdos me comen, cierro los ojos y los recuerdos repercuten en oleadas en mi vientre, el recuerdo de mis uñas por tu piel, tus gemidos y la maravilla de mi ser, la entraba de mi alma a la única mujer que es capaz de poseerla. La seducción de tus besos, la pasión de tus caricias, mis nervios de un encuentro que marco mi piel como hace años, como siempre, con tu nombre en mis labios como una bendición, como una adoración, me pierdo de amor, me consumo de deseo y simplemente soy feliz.
He visto su lentitud al despedirse… se levantó casi sin querer de la cama y sus pasos aletargados parecían no concretarse. No sé cuantos minutos transcurrieron antes de querer abandonar las sábanas blancas que aún hablaban de ella… Más allá de su aroma empapado en mi piel, me quedó el cuerpo bañado de miradas y palabras silenciosas que no pude descifrar… y un par de frases que sensualizaron hasta el tic tac del reloj que condenó la tarde. En mis manos sostuve, más que su aventura, su deseo… y más que su cuerpo, su esencia que se mostró con la sensibilidad del momento. No leí en su piel su historia ni derramé la mía, únicamente amé sus gestos, su calidez y la femenina curva de sus senos; resguardé su intimidad y relaté un escrito en voz baja, mientras su pecho acogedor era todo mi horizonte. Cada vez que toco mi pelo, acalló mis pensamientos sobre ella y yo… yo no pretendía robarle el abecedario al cuerpo, ni cambiar las palabras por caricias… Sólo la luz tras la puerta semiabierta me sorprendió aferrándome a la dulzura de sus ojos que guardaron el último reflejo de mi propio corazón.
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